Ayer hablando con mi hijo, un pre-adolescente de 12 años, le decía: Fabio estás en la etapa más rara de tu vida, eres como un ordenador, puedes estar en tres modos diferentes y cambiar de uno a otro en décimas de segundo sin darte cuenta.
Está: el "modo niño", el "modo adulto" y el "modo amorfo".
El "modo niño" cuando lo único que quieres son besos, mimos, te pasas el día detrás de mí, te pones celoso de tu hermana, estás todo el día jugando o viendo dibujos animados..
Cuando estás en el "modo adulto" se puede hablar contigo de cualquier cosa, razonas perfectamente, lo entiendes todo, adoras a tu hermana y la ayudas, se puede contar contigo para todo...
y luego está el modo más peligroso: el "amorfo" no sabes si vienes o si vas, si subes o bajas, igual me quieres que me odias, en un momento me comes a besos y dos segundos despues soy horrible y te encierras en tu cuarto y no quieres saber nada de nadie.
Sé que cuando estás así es cuando más me necesitas, porque quieres consolarte y contarme mil cosas y que yo te abrace, te mime, te bese, te diga que te quiero que no pasa nada, pero tu lado adulto no te deja acurrucarte junto a mí. Unas veces gana uno y otras veces gana otro, pero llegará el día que serás un adulto y entonces comprenderás que el dejarte mimar, besar, abrazar, aconsejar o simplemente estar abrazados en silencio, no es para avergonzarse, al contrario, ¡lo buscarás!.
Pero hasta que llegue ese momento quiero que sepas que estoy a tu lado, que puedes contar conmigo para lo que quieras, que este viaje lo hacemos juntos y te ayudaré en todo lo que necesites.
Y sabes ¿porqué? PORQUE TE QUIERO.